Una familia cubana funde obras de escultores famosos como Carbonell y Botero

Asubronze - Taller de fundición

Lázaro Valdés encarna la imagen perfecta del triunfo del ingenio sobre la técnica, un trabajo que representa el talento lejos de la academia y que lo convierte en un artista de aldea que espera ser leyenda.

Oriundo de Pinar del Río, llegó a Miami en el año 2000 y forjó una cosecha de abundantes creadores a partir de ASUBronze, fundición con 12 años de tradición que ha levantado gracias a su ingenio, familiares y amigos, muchos de los cuales ha traído de la isla para enseñarles el oficio de fundidor.

“Ahora te voy a mostrar las cosas más fantasiosas que no te imaginas”, me dijo Valdés, propietario de la empresa al recibirme. Y enseguida me encontré con obras de Fabelo, Manuel Carbonell, Fernando Botero, Mimmo Paladino, Enrique Martínez Celaya y hasta un premio Oscar a la excelencia.

Muchas de estas piezas, avaluadas en millones de dólares, llegan a su taller literalmente en pedazos para ser restauradas o reedificadas por él.

“Hay artistas que vienen con dibujos, con obras hechas en plastilina o en barro. Por eso yo me considero un obrero de arte, porque lo que hago es hacer ampliaciones de esculturas y pasar al bronce las creaciones de otros”, señaló.

Dicen que quien relee un poema, lo reescribe. De este modo Lázaro, a partir de la creación de otros reinventa una obra desde el ejercicio compartido del trabajo.

Nuevas técnicas
En medio de una ardua jornada invitó a DIARIO LAS AMÉRICAS a conocer su empresa en cámara lenta. Y lo hizo en jeans y en su acogedora cocina, que también es la sala de reuniones en la que comparte con su familia y amigos.

Ahí nos cuenta que su empresa emergió de un pantano negro lleno de preocupaciones, para abrirse en total reflexión a la luz y convertirse en la fundición más joven y en una de las más prestigiosas en el mundo.

Si antes los grandes escultores iban a fundir a Pietrasanta, ciudad con vocación artística donde Miguel Ángel buscaba el mármol que se extrae de las canteras de los Alpes Apuanos; hoy, esos mismos artistas llegan en persona o a través de sus representantes a la populosa y vital ciudad de Hialeah, en Miami.

Todo gracias al desarrollo de las nuevas técnicas que Lázaro ha perfeccionado para trabajar. “Mi papá y yo comenzamos esto cuando no teníamos dinero para ni para pasar el mes. En los primeros años si hubiese tenido que tallar con los dientes, lo hubiera hecho, porque no tenía nada”, expresó.

Su obra, su trabajo y su estética parten del corazón y no de la cabeza, lo que lo hace alcanzar un nivel pureza y lucidez mucho más sensible en cada una de sus obras. El arte, el genuino, el que hace llorar y el que despierta la creatividad es lo que representa ASUBronze, una comunidad de artistas que no fueron descubiertos, sino más bien son un hallazgo.

Un grupo de obreros que apela a lo extrasensorial. Todos ellos, extraordinarios en su sencillez y humanidad, están logrando universalizar y convertir en arquetipo su técnica. “Hemos roto todos los paradigmas”, me dice Lázaro enseñándome la función que representa una forma de resistencia del arte, ya que Valdés, un inmigrante que tenía todo el derecho a hundirse en la desesperación, encendió una antorcha que ya empieza a iluminar a los jóvenes virtuosos que vienen.

Publicado : Diario Las Américas.
Miami, Florida 10-2013
Título de la fotografía: de izquierda a derecha: Ricardo Gonzales Carbonell y Lázaro Valdés en la fundición ASUBronce
Foto: (ÁLVARO MATA)