Editorial de el Nacional

16 de mayo 2013

La ineptitud, la censura, la segregación político-ideológica; la adulancia al poder; la ignorancia; la centralización y el rastrero servicio a la idolatría de un caudillo, se conjugan con el realismo socialista y la falta de imaginación, para que Venezuela no tenga hoy museos nacionales dignos.

Mientras los museos oficiales no muestran algún atractivo que llame a visitarlos, en sus alrededores y fachadas se refleja la degradación a que han sido sometidos. Ahora, hasta cocinan carne en vara frente al Museo de Bellas Artes, y mientras el humo oloriza sus salas y las de su vecino el Museo de Ciencias, la música y arengas por altoparlantes ensordecen a sus visitantes.

Nadie resguarda los museos ni impide que cualquiera amarre un tarantín de sus enrejadas fachadas o tape las vistas a esos edificios patrimoniales, obstruya sus accesos o invada sus jardines con taguaras donde ahora venden licor y comida, sin arte ni ciencia.

Adentro, muchas de sus salas están a oscuras o tienen filtraciones y humedad. En las paredes de esos museos, en el lugar que ocuparan Soto, Lam, Guayasamín, Bacon, Picasso, Cuevas, Hung, Amelia Peláez, Velásquez, Goya, Polock, Miró o Rivera, ahora exponen cuadros-panfletos pintados por encargo para endiosar al caudillo desaparecido.

Del Museo de Bellas Artes expulsaron la belleza y las artes hace rato. En el gran museo que Sofía Imber hizo posible, el cambio no fue solo la perversa eliminación de su nombre. En el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas la calidad y criterios también fueron borrados. Al Museo Reverón se lo llevó el deslave de Vargas y nada han hecho para revivirlo. Las obras del maestro de la luz las llevan a pasear a Rusia mientras aquí no muestran su trabajo ni reconstruyen su exhibición. El Museo Jacobo Borges ya no existe.

Al Museo Alejandro Otero lo llenaron de damnificados y del Museo de Ciencias ni se acuerdan, después de lanzar a la basura sus grandes exposiciones viajeras Orinoco y Extinción. La GAN ha servido para intentar lavarles el rostro, teniendo un respetado poeta y creador al frente.

Los museos nacionales fueron grandes y de fama mundial. Con elevada rigurosidad y profesionalismo, sin sectarismo político, esas instituciones oficiales con sede en Caracas daban ejemplo de excelencia en la conservación y estudio de las obras y tesoros allí resguardados. Eran tan confiables y respetados, que muchos creadores depositaban sus obras y hasta colecciones completas les fueron entregadas en comodato por quienes veían en ellos honestidad y sabiduría para conservar piezas.

Pero la revolución militarista, demagoga e ineficaz odia los museos, la belleza, la verdad y el pensamiento libre de los creadores. Odian aquello que no entienden o no sirve para sus fines y ambiciones, al punto de que a la Bienal de Venecia han enviado graffitis revolucionarios.

Por eso, en el Día Mundial de los Museos que mañana 18 de mayo celebra todo el planeta, aquí lamentamos en lo que convirtieron los museos nacionales venezolanos.