Fue una de las principales exponentes del grabado, el vidrio y el esmalte. Su última muestra se exhibirá a partir del domingo

 

CARMEN VICTORIA MÉNDEZ
20 DE FEBRERO 2013
EL NACIONAL

Susy Dembo asumió el arte con pasión. Por eso no es de extrañar que la pintora, grabadista, esmaltista y vitralista se marchara trabajando. La muerte la sorprendió ayer en la madrugada en Caracas, un día después de que comenzara el montaje de su última exposición en el Museo Kern de la Unión Israelita, la cual se tomó la decisión de presentar de manera póstuma a partir del domingo.

Dembo, nacida en Viena en 1936, tuvo tiempo de ver las obras desembaladas y estaba muy contenta, aseguró Sonia Zilzer, coordinadora del museo. La artista de origen judío se residenció en Venezuela cuando tenía 14 años de edad. Para ese entonces ya había vivido en Bolivia, donde se familiarizó con las culturas ancestrales que más tarde permearían su trabajo.

Aunque se inició como pintora en la década de los sesenta, al parecer estaba escrito que Dembo sería una de las grabadistas más notables del país. En esta disciplina sobresalió por su dominio técnico, el manejo del color y su capacidad de experimentación, que desarrolló en los talleres de Luisa Palacios y Luis Chacón, como detalla la curadora Bélgica Rodríguez en el catálogo de la exhibición.

La creadora también se destacó en las artes de fuego, cuyo salón ganó en una oportunidad. Fue discípula de Cándido Millán, de quien aprendió los secretos del vidrio. Para entonces ya se había formado como esmaltista en el Taller Libre de Arte.

Ganadora del Salón Michelena y de otros importantes reconocimientos, las obras de Dembo no sólo sorprendían a quien las observaba por el cuidado de los aspectos técnicos y formales, sino también por sus temas, vinculados a la espiritualidad y diversas mitologías.

La artista falleció por problemas respiratorios.