ARTE – Fernando Castro Flórez defiende el papel de ferias y bienales

Entrevista tomada de El Nacional del 19 de Junio de 2011
Carmen Victoria Méndez (Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.)

El académico español cree que el caos expositivo de MAC revela el desarreglo intelectual que vive el país.

Fernando Castro Flórez tiene una hora libre después de su última conferencia en Caracas. Decide aprovechar para especular las salas del Museo de Arte Contemporáneo. Allí, las relaciones inexplicables entre un Picasso, un Rauschenberg y una obra de Luis Barba colocados en secuencia le lleva a cuestionarse que paso allá dentro. Por eso, cuando se encamina de regreso al auditorio y le preguntan qué impresión tiene de la institución, el crítico, filosofo, curador y docente de la universidad Complutense de Madrid-invitado de honor de la Feria Iberoamericana de Arte-responde. “Acá hay un berenjenal”.

-¿No se lleva una buena impresión del museo?
-Creo que, desafortunadamente tengo una mezcla de fascinación por las obras y desasosiego por el montaje. He estado en muchas ocasiones en el Museo de Arte Contemporáneo, que tiene una cantidad de obras maestras increíble. Pero en esta última visita me ha parecido un caos total. Es como si estuviera entrando al gran bazar de Estambul. La exposición de la colección permanente estará hecha con toda la buena intención, pero es una insensatez. Ponen las obras pegadas unas a otras, una escultura viene montada encima de un vidrio y de un dibujo. Esto es como si fueras a casa de un amigo y te sirviera desayuno, almuerzo, cena y merienda juntos. Creo que es un error querer presentarlo todo, se necesita de un cierto orden. En el museo no están para hacer de DJ. No se puede hacer mezclas. En Caracas hay un patrimonio superior al de muchos países del Cono Sur, pero resulta que hoy da un poco la sensación de que falta finura. Lo otro interesante en el MAC es el caos con la iluminación. Pienso que para que el museo funcione hay que quitar obras, tomar las propias y justas e iluminarlas. Hay crisis eléctrica, pero tenemos un salón –el auditorio- que parece el Polo Norte, con un aire acondicionado a tope; mientras que en las salas hay tal oscuridad como en una iglesia románica. Otros museos, como Alejandro Otero, han acogido damnificados. Imagino que había que atender a la gente, pero el que un museo se usara de esa manera revela un poco la sensibilidad estructural del país. Cada época lee el arte como cree que tiene que leerla, y esta lo hace con una mezcla de conservadurismo abstracto, arte decorativo burgués y desorden total. Hay un gran desarreglo intelectual que comienza cuando prendes la tele y escuchas los discursos políticos. Se puede citar al mismo tiempo a Noam Chomsky, al otro y al de la moto. Eso hace que uno diga al final: si eso viene bajando escalones y se va mezclando con todo, pues, al final los museos, aunque cuenten con gente muy seria y con ganas de hacerlo bien, acaban pagando una estocada en hueso

-Ha dicho en sus conferencias que estamos en la era de las ferias y del bienalismo.

¿Qué papel cumple la FIA en ese entramado internacional?
-Cada feria tiene que buscar un espacio propio. La FIA cumple 20 años. No es fácil hacer 20 ediciones, creo que eso es digno de subrayar. Puede haber muchas críticas, pero mantener un proyecto contra fenómenos políticos, económicos y sociales tan grandes como los que ha tenido que asumir la sociedad venezolana merece algún tipo de elogio y de consideración. Decir únicamente que las ferias están agotadas o que la FIA ya no tiene una razón de ser es precipitado. De hecho, en la inauguración vimos la afluencia masiva de público, una actitud que transmitía un cierto optimismo, una presentación profesional de las galerías… uno podría esperar más innovación y riesgo y menos conservadurismo de las propuestas, pero es una feria que necesita sacar resultados económicos. El dinero no nos lo jugamos nosotros se lo juegan las galerías.

-¿A los artistas venezolanos los aplasta el peso de la tradición abstracta?
-La abstracción es en Venezuela el código canónico. En la FIA viví un momento singular y desolador a la vez, la presencia aplastante de Cruz Diez. Había una especie de deja vu, una sensación de retorno de lo mismo y de empantanamiento. Da la impresión de que el tiempo no ha pasado, pero el mundo de Cruz Diez, Soto y Vasarely correspondía a una idea ya caducada de proceso. Hoy cualquiera que venda eso es un farsante. Es como para decirle: chico, aparta un momento la vista de la pieza tan hermosa que estás viendo y mira a tu alrededor. Veras que el mundo no es abstracto, sino de una concreción apabullante, sin ángulos rectos ni colores puros. Hoy en día tanto la abstracción como el minimalismo dogmático tienen que ser totalmente criticados. Creo que esa abstracción en el mundo contemporáneo venezolano es ideológica y encubre la idea de que es a veces regalándose con lo abstracto cuando la realidad es caótica