La obra más reciente de Miguel Von Dangel opera como un gran mapa mundi que engloba múltiples espacios y contenidos que rebasan cualquier lectura estructurada a partir de una visión específica o punto de vista. Esta pretendida lectura deviene infinita o ilimitada por su misma condición de obra de arte con contenidos que plantean situaciones siempre en proceso, que no concluyen aún cuando la pieza está terminada. Con esto queremos decir, que todo lo que en estas pinturas acontece continúa procesándose tal como sigue desarrollándose en cuerpo y alma del artista. Precisamente esta cualidad constituye un aspecto determinante en la obra de Von Dangel.


        Todo engranaje comunicacional depende de signos. Cada signo se compone de una forma y de un contenido o de un significante y un significado para usar términos de la lingüística. Pero esta unidad básica de la que parte toda comunicación adquiere una complejidad tal en la obra de este artista que supera cualquier categorización de orden retórico o estilístico. Esto se debe a que una forma no remite sólo a un significado. De ella pueden desprenderse diversos significados. Von Dangel codifica, por decirlo de algún modo, las significaciones diversas e ilimitadas de lo pensado. La obra plasma un sistema de pensamiento que se materializa, se grafica, en el espacio de la obra, recinto que permite tal diversidad. En tal sentido se entiende porqué para él la obra de arte supera sin duda las fronteras de la materialidad.